jueves, 18 de agosto de 2016

La noche en que todo ocurrió.
El 23 de Enero de 2013 amaneció lluvioso en la ciudad de Paso de la Patria. Carlos Velázquez y yo nos encontrábamos en la escena del crimen. La casa estaba alborotada, había un gran desorden, se podía ver sangre por todos lados, la vivienda se encontraba en absoluta oscuridad, sólo entraba un poco de luz natural a través de los postigos entreabiertos. Nos dirigimos hacia el fondo de la vivienda, y ahí estaba, el cuerpo de la víctima tirado como una bolsa de papas. Carlos se acercó de forma rara hacia la víctima, como si algo le pasara, mirándola de pies a cabeza.
Se trataba de una joven de unos veintisiete años aproximadamente. Estaba vestida con unos shorts floreados y una blusa que parecía color rosa –era difícil de determinar a consecuencia de la escasa luz y la gran cantidad de sangre que tenía su ropa -. Su cuerpo yacía boca abajo y se podían ver numerosas puñaladas en su espalda. Tenía puestas unas ojotas a la moda.
Los forenses sacaban fotos, etiquetaban la evidencia y preparaban el cuerpo para ser trasladado a la morgue. El arma homicida no se encontraba en la escena del crimen.
-Todo indica que fue un crimen pasional- comentó Carlos después de ver detenidamente el cuerpo.
-¿Por qué lo decís?
-Por la cantidad de cuchilladas que contiene el cuerpo. Además no hay indicios de robo o violación o cualquier otro tipo de delito.
Carlos y yo nos conocíamos hacía mucho tiempo. Ingresamos a la Academia Policial de la Provincia de Corrientes el mismo año, si bien no éramos compañeros de estudios –estábamos en cursos distintos- de vez en cuando cruzábamos algunas palabras. Ambos nos recibimos en 2003. Carlos fue asignado a la Comisaría Primera de la ciudad de Goya, y yo a la Comisaría de Paso de la Patria. Luego de un tiempo, Carlos fue reasignado a la Comisaría de Paso de la Patria y  ambos fuimos ascendidos a detectives de homicidios. A partir de entonces nos une una gran amistad.
Al día siguiente estaba en mi oficina buscando y analizando los datos encontrados. El informe del forense aún no había llegado. Repentinamente apareció Carlos, se lo veía muy apurado. Comenzó a escribir en mi pizarrón.
-Bien, hasta ahora tenemos que ella fue asesinada de varias cuchilladas pero no sabemos nada más. ¿Encontraste algo?
-Sí. La casa en donde fue hallada era rentada. Se encontraba de vacaciones junto a su padre y su novio, también se encontraron huellas en el baño.
-¿Las enviaste al laboratorio?
-Sí.
Luego de un largo rato de silencio y pensamiento, él empezó a hablar:
-Entonces ella organizó unas vacaciones para pasarlas con su papá y su novio. ¿Qué sabemos acerca del papá?
-El papá se llama Fernando Villafañe, actualmente se encuentra internado en una clínica psiquiátrica debido a que sufre de una psicosis grave. Al revisar el celular de Carla encontramos varios mensajes al papá anunciándole que ella tenía ganas de pasar unas vacaciones con él y su novio, ya que, el papá estaba cansado de estar en esa especie de manicomio. Carla esperaba la llegada de su padre el día que se produjo el homicidio.
-Muy bien. ¿y acerca del novio?
-El novio se llama Ariel Fernández. Trabaja como contador en una empresa de ropa fina. Vive en Corrientes Capital en un departamento que alquilaba junto con Carla. No sabemos dónde ha ido a parar, ya que, después de la muerte de su novia, no se ha sabido más de él. No responde los llamados.
Al igual que con su padre revisamos los mensajes entre ella y él, lo peculiar de estos mensajes es que muestran una pelea entre ambos. Carla estaba molesta porque él no había respondido sus mensajes ni sus llamadas, a Ariel no le gustaron esas acusaciones dijo que no respondió sus llamadas y mensajes por asuntos laborales. También no estaba de acuerdo con la idea de ir de vacaciones con su suegro, consideraba que era una persona inestable y peligrosa
Dos días después Carlos y yo decidimos acercarnos al laboratorio forense para recibir los resultados toxicológicos, de la autopsia y de las huellas que envié. Ya en el laboratorio nos dirigimos a los forenses.
-Hola doctor, ¿Ya están los resultados toxicológicos, la autopsia y las huellas que enviamos?-preguntó Carlos.
-Sí señor, acá están.
-Gracias.
Nos pusimos en marcha hacia nuestra oficina para revisar los resultados. Yo comencé con el informe de autopsia y el toxicológico. Carlos revisaba los informes de las huellas del baño.
La autopsia no aportó ningún dato relevante, confirmó la causa de muerte. Carla fue asesinada a las 22 hs desangrada por apuñalamiento, el homicida la asesinó de quince puñaladas. El arma utilizada para el homicidio seguía sin aparecer pese a su intensiva búsqueda. El informe toxicológico no fue más alentador que la autopsia. Carla no había consumido drogas ni alcohol al momento de su muerte.
Hubo un minuto de silencio, hasta que Carlos pegó un salto y comenzó a escribir en el pizarrón.
-¿Qué pasó?- pregunté después del susto.
-¡Las huellas del baño son de Ariel! Esa es la razón por la cual él se escapó.
-Ahora la pregunta es, ¿Dónde está?.
-Ya di la orden para su búsqueda intensiva. Todo el personal policial de la provincia se encuentra centrado en esa tarea.
Decidimos ir a la clínica del padre de Carla para interrogarlo. Ya en la habitación la enfermera nos atendió y ofreció agua. Estando a solas con el padre, Carlos empezó a interrogarlo. Las preguntas apuntaban a averiguar el posible paradero de Ariel. En un instante la atención de Carlos se desvió, parecía estar en otro sitio. Me invadió la preocupación, sin embargo, conté hasta diez y comencé a interrogarlo yo. El padre de Carla desvariaba y contestaba incoherencias. No lograría nada con ese interrogatorio por lo que decidí darlo por finalizado.
-Carlos ¿Qué fue lo que pasó ahí dentro?- pregunté enojado.
-¿Acaso no lo viste?- contestó.
-No. ¿Qué cosa?
-El cuchillo que asomaba del baño del padre. Esa pudo haber sido el arma homicida. Pidámosle al fiscal una orden de registro para la habitación de la clínica.
 Mientras aguardaba la orden del fiscal para el registro, Carlos me llamó entusiasmado.
-¡Encontraron a Ariel!
-Voy para allá.
Estábamos en la comisaría ansiosos por interrogarlo. Pero este encuentro no sirvió de mucho, ya que, Ariel repetía siempre lo mismo “¡Yo no hice nada!”. Sin embargo, no logró establecer una coartada para la hora de la muerte de Carla, eso lo transformaba en sospechoso. Carlos salió muy enojado de la sala, sin ganas de hablar.
Finalmente llegó la orden de registro. Salimos en el patrullero junto con los técnicos forenses a registrar el cuarto del padre.
Cuando llegamos a la clínica, el personal que se encontraba de guardia no nos quería dejar entrar. No tuvimos más que mostrar la orden y dejaron de oponer resistencia.
Una vez dentro nos dirigimos al cuarto de Fernando y comenzamos a revisarlo. En el interior del placard detrás de una caja de zapatos se encontraba un cuchillo cuyas características coincidían con la descripción del arma homicida que habían hecho los peritos en el informe forense. Los técnicos lo rociaron con Lumitól y aparecieron manchas de sangre. El cuchillo fue llevado al laboratorio para analizar lo encontrado.
 Mientras tanto el fiscal ordenó la detención de Fernando.
A la mañana siguiente llegó el informe forense, la sangre era de Carla y las huellas digitales pertenecían a su padre.
Los peritos psiquiatras entrevistaron al papá de Carla. Solo recordaba haber discutido con su hija esa noche y nada más. Él se oponía a que Carla viviera con su novio. Los peritos concluyeron que la discusión le había provocado un brote psicótico que lo llevó a asesinar a su hija.